Literatura Erótica

“La literatura erótica latinoamericana ha sido, en general, un pseudo producto literario”
Fernando Alegría.

Por Jorge Alberto Collao
31 de Enero de 2011

Sublimes toques de la suavidad de la pluma, donde el oculto monte de venus escarcea su duerme vela acaso paseándose descalzo en el Quijote o el Ulises, donde la memoria Egipcia se rescata desenfadada como un s.o.s en el papiro de Turìn o el de Leide. Donde los dioses incontaminados por el virus judeo-cristiano fecundan el juego de la carne sin aspavientos: Artyanassa, Filenis de Samos y los de Elefantis. Aristófanes y su Lisístrata. Los poemas de Sotades, de Luciano y Los diálogos de las cortesanas. Insuflando un aire que llenó los pulmones de con el oxìgeno de Príapo, respirados por Marcial, Juvenal, Plauto, Catulo y Horacio, de Ovidio, El Satiricón, de Petronio y El asno de oro, de Apuleyo. Y los ecos antiguos del Kámasutra ingenioso al lado del libro rojo en los veladores de los jóvenes hippies. Las mil y una noches, El jardín perfumado, el Ananga Ranga, Hustler o Playboy, o mas acà Cosquillas, o Viejo Verde. Aunque nadie supiera de Lancelot de Chrétien de Troyes, de Tristán e Isolda de Gottfried von Strassburg, el Roman de la Rose de Guillaume de Lorris y Jean de Meun y Vita nuova y la Divina Comedia de Dante Alighieri. Si habían ecos de Giovanni Boccaccio y el Decamerón, avivado por un cine xxx ajeno y mala clase, porque antes de Pasolini las breves historias de Facetiae o Facecias de Gian Francesco Poggio Bracciolini, Girolamo Morloni y sus retratos en Novellae, o Pietro Armino cautivando en Razonamiento, o Antonio Beccadelli, y su estremecedora, Hermaphroditus cerrando el círculo románico. Los poemas eróticos de Eustache Deschamps, el libro De amore de Andreas Capellanus y los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer. Y Antoine de la Sale, al cual pertenecen las obras Le Petit Jehan de Saintré y Les Quinze Joyes de mariage . Los dibujitos de Pietro Aretino y Marcantonio Raimondi en I Modi de 1524 perseguido por Clemente VII, que no pudo sin embargo contra Lorenzo Veniero, autor de La puttana errante, y a Nicollo Franco, autor de La priapea. Y no digamos que el bofetazo al rancio franquismo con el destape español era cosa nueva: Cantigas de escarnio y mal decir, en gallego portugués y el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita, La Celestina, La lozana andaluza de Francisco Delicado. En el siglo XVII comenzó según se sabe, el delicioso contrabando de literatura erótica desde Ámsterdam a los demás países europeos. Entre estos se cuentan L'Ecole des Filles, una obra francesa impresa en 1655 que está considerada entre los comienzos de la pornografía de Francia. ¿Y quién no leyó o supo de Fanny Hill?, al que Cleland le había puesto el aparatoso y rimbombante nombre de Memoirs of a Woman of Pleasure . Y los marqueses ya se la traían a partir de Teresa, filósofa, atribuida al Marqués d'Argens, hasta que Sade le ganó el quienvive arriesgándose con Los 120 días de Sodoma, y Justine, sin que sea necesario abundar mas en este ilustre personaje. Si hablamos de salvaje literatura erótica Leopold von Sacher-Masoch abrió los fuegos con su obra La venus de las pieles (1870). Autores que siguieron su estela son Richard Brohmek y Fedor Essée, siempre con la mujer vista desde un punto de dista dominante y cruel, con la figura del hombre dominado y sumiso. A finales de siglo, surge el nombre del dramaturgo Arthur Schnitzler, su obra más polémica fue La ronda, un ciclo de diez piezas dramáticas de un solo acto, cada una formada por una pareja de amantes, de tal forma que uno de los integrantes de la pareja repite en dos escenas consecutivas, en una especie de danza de emparejamientos sexuales. Otra novela erótica de gran importancia en Alemania fue Josephine Mutzenbacher, considerada como un clásico pornográfico, atribuyéndoselo a Félix Salten. La historia es narrada bajo el punto de vista de una prostituta vienesa de 50 años, que rememora sus escapadas sexuales entre las edades de 5 y 12 años, lo divertido es Salten, es el autor del clásico infantil Bambi. Y a modo de referencias a la franca literatura:

· El inglés D.H. Lawrence es el autor de uno de los libros más polémicos de la primera mitad del siglo XX, El amante de Lady Chatterley (1928),

· Otro autor controvertido de inicios de siglo es Henry Miller, con sus obras Trópico de Cáncer (1934) y Trópico de Capricornio (1938),

· Emmanuelle Arsan, autor de Emmanuelle.

· Dominique Aury, autora de Historia de O.

· Georges Bataille, con el libro titulado La historia del ojo (1928).

· Anaïs Nin fue una de las primeras representantes de la literatura erótica femenina.

· Vladimir Nabokov es principalmente conocido por ser el autor de Lolita (1955), que más allá de los filmes, más se me viene a la mente Alizee y sus performances.

· Guillaume Apollinaire, Louis Aragon, Jean Genet, Pierre Louÿs, Joyce Mansour, Mario Vargas Llosa, con Travesuras de la niña mala, o J. G. Ballard, autor de Crash (1973), una novela en la que se aborda la relación entre el deseo sexual y los coches.

· Una de las obras clave de la literatura erótica de la segunda mitad del siglo XX es, sin duda, Historia de O. Publicada bajo el pseudónimo de Pauline Réage.

· A finales del siglo XX y principios del XXI, los libros eróticos narrados a modo de autobiografía femenina cobran cierta fama. Las edades de Lulú, de Almudena Grandes, la controvertida Cien Cepilladas antes de Dormir, de Melissa Panarello, que trata la sexualidad extrema durante la adolescencia, o Diario de una ninfómana (2003), de Valérie Tasso, son algunos ejemplos de ello.

· Nueve semanas y media (1978), de Elizabeth Mcneill.

· Los amores Prohibidos (1980), de Leopold Azancot.

· El amante (1984), de Marguerite Duras.

· La pasión Turca (1993), de Antonio Gala.

Y quizá para reivindicar la frasecita inicial de Don Fernando Alegría, el opinaba además que “De pronto uno se encuentra hoy con obras de profundo sentido estético que no se olvidan fácilmente. No olvido por ejemplo un cuento que me produjo una impresión profunda y en el mejor sentido de la palabra, una impresión erótica. Escrito y publicado hace muchos años, es de un autor que en Chile no se asocia con este tema. Me refiero a Augusto D’Halmar y su cuento titulado En provincia”.

O este “OSCURIDAD HERMOSA”, de Gonzalo Rojas:

Anoche te he tocado y te he sentido / sin que mi mano huyera más allá de mi mano, / sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído: / de un modo casi humano / te he sentido. / Palpitante, / no sé si como sangre o como nube / errante, / por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube, / oscuridad que baja, corriste, centelleante. / Corriste por mi casa de madera / sus ventanas abriste / y te sentí latir la noche entera, / hija de los abismos, silenciosa, / guerrera, tan terrible, tan hermosa / que todo cuanto existe, / para mí, sin tu llama, no existiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario